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Pensamientos espontáneos que se nos pasan por la cabeza, ideas que van cobrando fuerza a medida que se mueve el sector o nuevas formas de ver el medio.

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¿A dónde van a parar los mensajes que no dicen nada?

4 de marzo de 2025 — Escribe: Marga

    ¿Os imagináis una reunión de palabras y/o conceptos anónimos que sufren por el mal uso que hacemos de ellos to-dos-los-días?

    • ¡Hola! Soy una palabra agotada por exceso de uso.
    • ¡Hoooola, palabra agotada!
    • ¡Buenos días! Pues yo soy un concepto que ha perdido su valor inicial porque nunca (o casi nunca) he sido utilizado bien.
    • ¡Hoooola, concepto mal utilizado!
    • Hey, ¿qué tal? Pues, a ver, yo también soy una palabra pero mi problema es otro: y es que… Perdón que llore, pero es que… (Pausa dramática) esto es realmente triste… ¡Me han desvirtuado y han arrancado todo mi valor!
    • ¡Hoooooola, palabra desvirtuada!
    • ¡Hola! Parece que estamos hoy a tope, ¿no? Yo voy a saltarme el anonimato y contaros que me llamo ‘Hola’, y vengo aquí buscando la coma del vocativo que alguien me quitó un buen día. Nada, oye, que no sé dónde anda.
    • ¡Hoooola, hola despojado de coma!

    En fin, no me refiero a en la barra del bar o en nuestra casa, que mira. Sino, más bien, al mal uso que se hace de las palabras, conceptos y mensajes en medios de comunicación (que ya tiene delito), y en el caso que nos ocupa a nosotros, en publicidad.

    Y es que hay mensajes que, o bien por no casar con la imagen de la marca, o bien porque se usan hasta la saciedad, o simplemente porque es que, oye, NO; hacen que determinadas campañas acaben sin decir nada, o no mucho; o que digan lo contrario de lo que pretenden; o que, por más que apunten, no den ni una con el target (menudo cringe, bro).

    Por aterrizar esto un poco (que para variar estoy divagando), voy a intentar poner algunos ejemplos. Y como  por algún lugar hay que empezar, voy a empezar en nuestra ciudad. Porque es que llevamos en Málaga una rachita desde 2020 que… madre mía de mi madre con la forma en la que intentan integrarse las empresas que aterrizan aquí. En la mayor parte de los casos, ni más ni menos que con un (nada visto y súper original):

    ¡HOLA MÁLAGA!

    Por qué, señó, ¿por qué le quitáis la coma al “Hola”? Es que ya me parece grave que penséis que llegar a una ciudad con un “Hola aquí estamos por fin” triunfal de conquistador/benefactor que va a cambiar la ciudad es aceptable. ¿Pero que lo hagáis sin coma del vocativo?

    Cuidado, que esto lo he visto muchas veces. La última, para más inri, en nombre de una UNIVERSIDAD que viene a instalarse en nuestra tierra. A enseñar gramática, no, claramente.

    Y ahora otra que más que nada me da risa. O risita. Porque, veamos: ¿se puede saber quién os ha dicho que aquí decimos mucho “perita”? Mira, ni yo, que nací en 1974 he dicho eso en mi vida. ¿Y lo de que sois muy graciosos diciendo “noniná” o “quillo” con acento de Móstoles quién os lo ha dicho? Que no, que no. (Además, que aquí decimos ‘illo, illo o illo o no decimos ná’).

    Pinkwashing, purplewashing y hartazgo

    Perdón, que estoy un poco hater hoy, ¿no? Uf, pues justo había pensado en hablar del uso del lenguaje en publicidad para apelar a la población femenina, así que os podéis imaginar que mi tono sólo puede ir a peor. 🙂

    Que aquí podemos hablar de cómo lo importante, por exceso y mal uso, se ha convertido en trivial. También de cómo los de siempre han seguido en el sitio que aparentaban querer ceder con palabrería vacía. Y obviamente, no debemos olvidarnos de los vestiditos rosas en octubre. Y de los morados en marzo.

    Por poner un grandísimo ejemplo… ¿Cómo se ha conseguido que nos hartemos de un término tan potente (nunca mejor dicho) como “empoderamiento”? ¡Qué empacho! Y lo peor es que nos encantaba el concepto, pero se nos rompió de tanto usarlo. Y lo que es peor: se nos desvirtuó.

    Ah, ¿pero es que lo de empoderar no iba de usar máscara de pestañas? Pues, no, hijo, no. Ah, pero ¿que no iba de “me encanta ser mujer”? Pues igual, por lo que sea, tampoco.

    Otros: unos más llenos y otros más vacíos

    Y hablando de incongruencias…

    Queridos “restaurantes” de comida rápida: saludables, saludables, lo que se dice SALUDABLES, vuestros productos, no son. Que los habrá mejores y los habrá peores, pero, bebesitos míos, me temo que en Kobe no ha oído nadie hablar de vosotros. O por lo menos, no bien.

    Ay, ¿y qué tal si hablamos del malismo bien? Me explico: ¿de qué y de cuándo ‘mola’ ensalzar las ‘virtudes’ más propias del calaverismo para hablar de lo guay que somos? Por ser más clara: ¿por qué porras seguís usando el término ‘canalla’? O peor aún: ¡canallita!

    Por no hablar, que esto da para otro post, de la proliferación de nombres tipo (siempre en femenino, por cierto) ‘La Golfa’, ‘La Diabla’, ‘Mala Mujer’ o ‘La Mosquita Muerta’. Muerta me quedo yo, sincerely.

    En fin, yo creo que ya mejor voy zanjando, que estos señores se querrán ir a comer. Pero dejadme que lo haga con un poquito de humareda: con palabras y mensajes que en realidad no dicen nada, pero que ahí siguen. Desde ‘sinergia’ a ‘disruptivos’ pasando por el nada manido CTA ‘¿hablamos?’, los ejemplos son tan infinitos como vacuos.

    Total, que como he empezado este random humanizando las palabras y como no hay nada más inevitablemente humano que morir, me pregunto: ¿existirá un cementerio de palabras desahuciadas, mal usadas o que mueren de éxito? ¿A dónde irán los mensajes mal lanzados?

    Y lo más importante, ¿dónde andará la coma que le falta al ‘Hola Málaga’?