Vas por ahí, ves algo por el rabillo del ojo, lo recuerdas al llegar a casa y eso te lleva a una idea, o a material para un proyecto, o a mirar un concepto de otra forma. Esto va sobre la invasión aleatoria de la cultura en el diseño y cómo eso nos inspira.
HablemosLlega un email a la bandeja de entrada: «Hola, tenemos un proyecto empresarial y necesitamos un logotipo.»
En nuestra cabeza, resuena la cantinela:
Partiendo de la idea de que desarrollar un “logotipo” es solo la punta del iceberg de un proceso mucho más complejo, aquí nos toca activar un mecanismo de trabajo de marcas más profundo. Así que, a continuación, nos va a tocar un correo de vuelta que suele venir acompañado de una invitación: “Hola, ¿nos reunimos?”
Fin de la reflexión. Pulsamos botón de enviar.
Imaginando que hemos cerrado presupuesto y timings, la primera fase de creación de una identidad gráfica va a estar muy centrada en recabar información de tu proyecto empresarial (concepto de negocio, productos/servicios, instalaciones, tamaño de la empresa, aspiraciones, etc.). Toda fuente de información es importante para tomar decisiones en cuanto al desarrollo gráfico. A veces, podremos concentrar todo esto en un briefing, y otras veces serán necesarias reuniones estratégicas que ayuden a marcar la dirección comunicativa de tu proyecto.
Después de exprimirte como a un limón para extraer toda la información de primera mano, entraríamos en la fase de investigación global. Al más puro estilo de los espías con gabardina, nos toca recabar la información de todos los agentes que participan y se relacionan con el proyecto empresarial, directa o indirectamente (target, sector o mercados, empleados, competencia, instituciones…). La información es oro, y desarrollar una marca potente es posicionarse en la mente del consumidor como solución a sus necesidades. Así que cuanto más conozcamos a esos agentes, más cerca estaremos de hacer diana. Tu participación en todo el proceso será esencial para fijar los objetivos correctamente y llegar a buenas soluciones.
Llegó la hora de ordenar toda la información y sacar conclusiones que ayuden a tomar decisiones. Es el momento de fijar esa estrategia de marca que funcionará como una hoja de ruta para la construcción de la identidad. Esta estrategia vendrá definida por los valores de marca que se hayan establecido y la propuesta de valor del negocio que, junto a la estrategia empresarial, marcarán la dirección y el discurso a seguir a medio y largo plazo.
Y sí, es ahora cuando empezamos realmente a trabajar en el diseño para hacer visible lo intangible. Toca definir el concepto de marca y hacerlo realidad a través de un logotipo, un imagotipo o un isologo, debiendo definir cuál de estas líneas de construcción es la más adecuada. Se tendrán que tomar decisiones acerca del color, la tipografía, la composición, la forma, etc. La personalidad de la marca deberá reflejarse en todas las decisiones gráficas, lingüísticas y de comportamiento. En este sentido, se valorará el desarrollo de un posible descriptor o tagline que ayuden a situar y posicionar la marca. Y será importante fijar un universo de marca o estilo visual que dote a la identidad de un discurso y un tono de voz acorde para transmitir los mensajes en los diferentes canales y situaciones. Ahora se deberán tomar decisiones en relación a soluciones gráficas, dirección fotográfica, estilo de ilustración, iconografía, tipografías complementarias, soluciones de movimiento para soportes audiovisuales, soluciones sonoras, etc.
Nos secamos el sudor de la frente, y respiramos por un momento. Ahora toca la presentación, la hora de desplegar de manera eficaz, justificada y bien ordenada todo el trabajo realizado. En este punto se deberá solucionar cualquier atisbo de duda y afinar pequeños detalles que puedan surgir.
¡Felicidades! Una vez aquí ya tendríamos lista tu nueva identidad y podríamos pensar que ya hemos terminado nuestro trabajo. Pero, realmente, una vez acabada la fase de estrategia y desarrollo nos tenemos que centrar en la fase de implementación. Podemos tener una buena nave espacial, sí, pero si no preparamos el lanzamiento correctamente lo mismo la misión es fallida. En este sentido, habrá que implementar la marca en los diferentes soportes y preparar acciones que comuniquen y generen experiencia de marca.
Y aún en este punto no habría acabado el trabajo de marca. Llegaría el turno de la gestión de marca, que es un proceso que va mucho más allá del lanzamiento, que implica todo un plan de gestión y que cuyo nivel dependerá de cada proyecto empresarial. Pero, entonces, ¿se acaba alguna vez el trabajo en la marca? ¿Puedo acabar ya con lo del logotipo? Podemos decir que no, que el trabajo de marca es infinito. Porque si queremos que las marcas estén vivas, sean proactivas y que empaticen con las personas deben estar en un continuo desarrollo.