Nos gusta ir con todo, pero todo de verdad: nuestros proyectos, conceptos con los que trabajamos, iniciativas propias, entorno local, identidad territorial… Aquí vaciamos nuestras mentes. Pasen y lean.
HablemosSi has habitado en los mundos de Tinder recientemente, tendrás más que localizados a esos tipos de personas que te vas cruzando en la app. Se les ve de venir por cómo escriben sus biografías, las fotos que eligen, cómo establecen los inicios de las relaciones… Y es que, igual que el amor llega bajo muchas formas, tiene muchas etapas y nos hace sentir de maneras diferentes según el día, la persona, el lugar… Esas primeras impresiones entre el departamento de cuentas y los clientes – o potenciales clientes – son bastante parecidas – por no decir iguales – que las que establecemos en nuestro primer contacto en Tinder. Juguemos a hacer analogías, verás qué divertido.
El que se ama. Es una persona aparentemente normal, muy atractiva, que tiene aficiones y gustos normales, y un proyecto que mola… Hasta que te enteras de que duerme abrazado a su ego cada noche y se cree superior a ti en todos los aspectos. Consejo: te va a sacar las zarpas conforme empecéis a trabajar juntos, así que más te vale dejar claros los límites desde el principio.
El embaucador. Entra diciéndote lo maravillosa que eres y lo afortunado es por tenerte en su proyecto, pero luego sale con celos porque se ha enterado o ha visto que trabajas con otras personas de su sector, aunque no sean ni su competencia directa. Igual que antes, si me permites un consejo, marca bien los límites.
El intenso. En las dos semanas que habéis estado cruzando emails antes de la reunión te ha contado, incluso, lo que desayunó su madre el día que lo dio a luz. La motivación por todo lo que vais a hacer juntos roza lo obsesivo, y las expectativas están muy altas. Pero un día se distrae, deja de contestarte, pierde e interés y eso que no ha pasado nada. De cero a cien en un «Ok» por correo electrónico. ¿Alguien lo vio venir?
El bipolar. A pesar de que en sus comienzos se mantuvo muy tibio y sereno, y parecía que controlaba la situación de su proyecto, en los últimos feedbacks has recibido una variedad alucinante de respuestas desde audios de 30 segundos solo para expresar la genialidad que le habéis enseñado, hasta un escueto «no me gusta» por email, sin saludo ni cierre ni mayor explicación. Preguntarle por la medicación sería un exceso de confianza, como consejo.
El del ghosting. Es como si se interesase por ti y, después de no hablarte durante dos semanas, te escribe diciendo «¿quedamos mañana?». Después de no saber nada de él durante meses, esperando un feedback que nunca llega, recibes un WhatsApp que pregunta cómo va lo suyo. ¿Qué tuyo? Y cuando le dices que te falta respuesta a la propuesta, vuelve a desaparecer.
El reseteado. No importa cómo de importante sea, o que hayas pedido confirmación y que te la haya dado: nunca va a acordarse de la última conversación que habéis mantenido. Cada ve que hablas con él tienes que presentarte de nuevo, justificarte, enviarle las mismas presentaciones y solucionar las mismas preguntas. Truco: utiliza un copia-pega y ahorrarás tiempo en tus gestiones.
El cliente ideal. Siempre tiene un buen feedback, le guste o no la propuesta, deposita su confianza en el trabajo y en los profesionales y se deja guiar, expresando su opinión y sus dudas de buenas formas. Es algo que termina convirtiéndose en amor vital, y entonces te desinstalas el Tinder.
Al final, como en cualquier relación, los tipos de clientes y los tipos de personas que hay en Tinder se asemejan. Pero el motivo es sencillo: todos somos humanos, tenemos nuestra forma de ser y nos relacionamos de unas formas muy concretas. Sea como sea, la verdad es que tenemos un máster en tratar con muchas personas y la ventaja es que la experiencia nos ayuda a adaptarnos a cada personalidad y necesidades. Queremos ser tu match, o por lo menos que lo intentemos.
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