Nos gusta ir con todo, pero todo de verdad: nuestros proyectos, conceptos con los que trabajamos, iniciativas propias, entorno local, identidad territorial… Aquí vaciamos nuestras mentes. Pasen y lean.
HablemosPegadizos, memorables y sin miedo al ridículo. Así son los jingles y están volviendo con fuerza a la publicidad actual. Puede que no sepas exactamente que es un “jingle”, pero te aseguro que los has cantado más de una vez y más de 20.
Tanto es así, que hay varias generaciones incapaces de quedarse calladas cuando les cantas algo que salía en un anuncio allá por el año 1955. Sí, sí, desde el 1955. Dice así: “Soy la Española una aceituna como…”. Haz la prueba. Empieza a cantar en voz alta y, luego, date al mute de repente. Cero coitus interruptus, alguien seguirá cantando for sure. ¿Sabes eso de “No pienses en un elefante”? Pues lo mismo. Benditos jingles.
Esta mezcla entre eslogan y composición de coplilla con ritmo reconocible y rima fácil, funciona estupendamente siempre. Ahora, tras un tiempo, parece que están volviendo con fuerza. Recientemente, seguro que has podido escuchar un “Con Ariel vas a ahorrar, agua fría y nada más…”, has cantado un “Tu página web de Casa Marcial, tu página web, lo vas a petar”(ejem) o has bailado al ritmo de “Carre, carre, carre, carre, Carrefouuuur…”.
De hecho, hay quien repite, como Bosch, que en el año 2000 nos contagió aquel “A house, in the middle of the street…” y, desde hace un par de años, ha tirado de Arkano para hacernos rapear mientras cocinamos “Nueva placa, qué pasada. [Like a Bosch] Ahora clavo la dorada. [Like a Bosch].”
Los jingles están regresando con mucha potencia y, en Ñ, tenemos a algunas copys (la que escribe, sin ir más lejos) deseando que pegues a nuestra puerta y nos dejes componerte una canción para que todo dios coree tu marca. De hecho, una prueba de la estupenda aceptación que están teniendo los jingles de nuevo, son las quejas que se han producido en redes sociales al ver que El Corte Inglés no mantenía su clásico navideño “Creo que mi padre es un elfo, sí lo es, sí lo es…”
Hablar de jingles y no volver la vista a atrás es imposible. Esta técnica publicitaria triunfó en las décadas de los 60 a los 80. Luego, es cierto que hubo unos años en los que los jingles estuvieron enterrados durante años, sin que servidora pudiera entenderlo. Eso sí, campaña que los rescataba, campaña que se recordaba. Está claro, los jingles son como el claim de San Miguel: donde van, triunfan.
Buen ejemplo de esto fue ese bombazo que pegó La Once en agosto de 2004 con su “¿Que qué es lo que tengo, que tengo de tó?” o el “Tú me das cremita, yo te doy cremita”.
En 2007, fue SEAT quien quiso apostar por una cancioncilla pegadiza y, quizás no la recuerdes tanto, pero en su momento, todos entonamos aquello de “Los animales de dos en dos, ua, ua” que anunciaba el SEAT Altea XL.
Justo ese mismo año, Ikea nos regaló un hitazo para regresar a la infancia cantando ese “Esto no se toca, quita. Con esto no se juega, dale. Quita los pies de la mesa. En el salón no se juega”. De hecho, la marca sueca, es otra de las que se ha mantenido fiel a los jingles y, un par de años más tarde, nos dejó claro que “Donde caben 2, caben 3”. Han utilizado tanto la música en sus spots, que hubo quien, en 2010, llamó “la canción de Ikea” a la mítica “No puedo vivir sin ti” de Los Ronaldos.
La indiscutible capacidad de los jingles de quedarse adheridos a tu memoria cual chicle a una acera, se vio reflejada en la película “Inside Out”. Allí se bromeaba sobre como era, precisamente un jingle, uno de los recuerdos imborrables almacenados en la memoria a largo plazo de su protagonista. “Cuando Riley olvida algo, sus recuerdos se apagan. Menos éste, éste campeón jamás se apagará”. Si has visto la peli, seguramente podrás cantar “Triple dental, te hará reír”.
Hemos hablado sobre grandes triunfos, pero, hacer memoria sobre jingles también nos hace reflexionar sobre la evolución de la sociedad. Actualmente, algunas marcas como Cola-cao, debería cambiar la letra de su jingle si quisiera volver a recuperarla, porque lo de “Yo soy aquel negrito del África Tropical…” de 1946, va de racista para arriba. Por no hablar de “Somos los Conguitos y estamos requetebién” de 1983. Han envejecido cero unidades de bien, sep.
Otro jingle al que le caería un aluvión de twitteros opinando, sería el clasiquísimo “Leche, cacao, avellanas y azúcar” de 1982. Por aquel entonces, Carlos Ríos no era ni un cigoto y el realfooding sonaba a un insulto peor que tolai o gilipuertas.
De hecho, tampoco hay que irse tan lejos, ya casi llegando al año 2000, hubo un spot que todos cantamos sobre las “Natillas Danone, listas para gustar” en 1998. Aafortunadísimamente, a día de hoy, sería impensable este anuncio sin un elenco de deportistas femeninas que protagonizaran ese “Campeonas”. Alexia Putellas, Mireia Belmonte, Carolina Marín, Ona Carbonell, Marialen Chourraut o Garbiñe Muguruza seguro que entonarían mejor que bien, por si desde Danone quieren tomarnos nota.
Un jingle es una pieza que va más allá de la televisión y de las grandes marcas. Tan solo hay que enchufar un ratito la radio para escuchar cuñas de empresas locales o regionales que, probablemente, funcionarían mejor siendo una canción memorable que una verborrea taladradora.
Si seguimos pensando en algo más cercano, aquí, en Andalucía, por ejemplo, es imposible pasar los últimos días del año sin escuchar el inmortal “Navidad, Navidad en Canal Sur” o esperar a los próximos Carnavales para creerte chirigotera tarareando aquello de Covirán “Pero qué gusto me da, vivir así Carnaval”. Así que, si tú también quieres que te canten, ya sabes, knock, knoc on Ñ’s door.